Aunque las historias que combinan el mundo real con ensoñaciones o con el mundo de los muertos no son de mi agrado, he de reconocer que Pedro Páramo me ha gustado muchísimo. Rulfo escribe muy muy bien y se nota. La maestría con la que combina hilos temporales sin que pierdas el hilo es brillante, y créeme no es fácil. Pero Rulfo lo hace fácil, y eso es lo que convierte a Pedro Páramo en una novela que todo el mundo debería leer, aunque a priori te genere rechazo o desinterés.
Historias Entrelazadas
La novela está escrita en distintos hilos temporales. Por un lado, tenemos la historia de un hijo que tiene que buscar a su padre y por otra la historia del padre como cacique despiadado.
Las historias se entrelazan magistralmente para que el hijo, a través de las historias que le cuentan los espíritus atormentados de las víctimas de su padre, conozca a ese padre que jamás vio ni verá. Aunque pueda parecer confuso, dedicándole un poco de tiempo y atención, es fácil ubicarse en el tiempo con los relatos de cada personaje.
Los mexicanos y la muerte
Da igual si lees Pedro Páramo o si ves Coco (Pixar), la relación que establecen los mexicanos con la muerte me resulta, a menudo, demasiado intensa y muy confusa. Los muertos y los vivos son capaces de establecer conversaciones complejas entre ellos sin ningún tipo de impedimento. Además, a veces cuesta mantener ciertas normas temporales.
En algunas historias mexicanas es habitual que los muertos sigan “viviendo” y estén al día de las noticias como si hubiera un telediario del más allá. Se enteran de los nacimientos, de los cambios familiares e incluso conocen las nuevas tecnologías. Parecería que morir no signifique nada para ellos. Que su vida continúa tras la muerte como si nada hubiera pasado, salvo que no envejeces.
Esto suele sacarme de algunas historias, pero como digo, no es así en Pedro Páramo. El pueblo está detenido en el tiempo. Además, los espíritus se circunscriben a hablar de su historia pasada y vivida por ellos, llegando a declarar que no se ven unos a otros y que solo interactúan con el protagonista de forma individual.