Madame Bovary y la envidia de clase

Probablemente hayas escuchado decir alguna vez que las mujeres son caprichosas por naturaleza, que son volubles o que prefieren chicos malos para soñar (como decía Loquillo). Pues bien, Madame Bovary explota esos prejuicios hasta el límite. Pero Madame Bovary es, además, un perfecto análisis de la sociedad individualista y permanentemente insatisfecha en la que vivimos.

Soñar con lo que deseas, en vez de disfrutar lo que tienes

Emma, la protagonista de Madame Bovary, no es demasiado crítica con lo que escucha, ve o lee. Cómo nuestro Quijote, piensa que las historias que lee o escucha son reales y no fruto de la ficción. Probablemente, si viviera hoy en día, Emma Bovary estaría enganchada a Instagram y la Isla de las Tentaciones. Además, sería de esas personas que piensan que las fotos y videos de las influencers reflejan realmente su vida y que lo que sucede en un reality es verdad.

Aquí, me vas a permitir una pequeña nota personal. Si algún día quieres llevarte una gran decepción, busca algo en lo que sepas más que la mayoría de la gente (en mi caso, por ejemplo, es el buceo en el mar rojo) y empieza a buscar noticias, canales o publicaciones en redes sociales sobre ese tema. Pronto empezarás a ver exageraciones, cherry picking o directamente falacias. Me gusta hacer ese ejercicio de vez en cuando para recordarme a mí mismo que debo confiar poco o nada en lo que veo en prensa, televisión o redes sociales. Si quieres llevarte una decepción todavía mayor, busca a algún referente de opinión al que respetes hablando de eso y se te caerá un mito rápidamente.

Pero volvamos a Madame Bovary.

La imaginación siempre será más poderosa que cualquier realidad porque carece de límites y se vive desde el anhelo y la ilusión mientras que la realidad es material y condicionada por el contexto. Pero hay que aterrizar la vida. No se puede vivir siempre de ilusiones y sueños, aunque Emma lo intenta. Hoy en día es fácil ver a gente que trata de vivir como ve en las redes sociales y, cuando descubren que todo es una farsa, a veces es demasiado tarde.

No es feminismo, es machismo femenino

Como en todas las novelas de la época, el machismo está presente en todo momento en este relato. Las mujeres buscan el refuerzo masculino y se sienten realizadas a través de él. Pero al contrario que en la esfinge sin secreto de Oscar Wilde, Emma Bovary toma sus decisiones según sus propios intereses y deseos. Eso hace que muchos consideren esta novela un relato feminista (dentro de lo feminista que podía ser Gustave Flaubert en su época).

Emma Bovary juega además la carta del deseo, el erotismo y el sexo con destreza, lo cual contribuye a hacerla parecer empoderada y liberada, pero nada más lejos de la realidad, en mi opinión. Si Emma Bovary viviera hoy, probablemente tendría un OnlyFans o sería una “it girl” en Instagram, pero en mi opinión eso tiene poco o nada de feminismo o empoderamiento, ya que se sustenta en un sistema que considera a la mujer simplemente un objeto. Si no hubiera puteros, no existiría OnlyFans y el algoritmo de Instagram enseñaría otras cosas si no tuviera un fuerte sesgo machista. 

Otro de los puntos machistas de la novela es que, incluso en las partes más sexuales, siempre existe un juicio hacia el comportamiento de Emma que no tienen sus amantes. Emma Bovary disfruta de su sexualidad y de su infidelidad en la mayoría de las ocasiones, algo que se contrapone a la moral predominante y que muchos también utilizan para defender la visión feminista de este relato, pero nunca le sale bien. La moraleja en todos los casos de su infidelidad es que, si eres mujer, infiel y además disfrutas del sexo y sabes utilizarlo para tu propio beneficio y placer, algo malo terminará pasándote.

Envidia de clase

Si el machismo está siempre presente en Madame Bovary, la envidia que los pobres sienten por los ricos no lo está menos.

Es habitual que la gente sin recursos sienta que el dinero sería la solución a sus problemas y, en la mayoría de los casos tendrían una gran parte de razón, pero hasta cierto punto. Más dinero no significa más felicidad en una relación aritmética. Aunque un mínimo de dinero es necesario para no pasar penurias, más dinero no siempre significa más beneficios. Charles y Emma tienen una posición suficientemente acomodada, no pasan penurias y tienen suficiente para vivir, pero para Emma eso no es suficiente, ella quiere ser rica.

Este arquetipo también es un clásico que ha llegado hasta nuestros días y que sustenta parte de nuestro contrato social actual. Los niños de hoy en día ven videos de Mr. Beast porque no llegan a entender que alguien tenga tanto dinero que pueda regalarlo o hacer juegos con él. Ninguno de ellos se para a pensar que, en la mayoría de los casos, los que participan en los juegos son los miembros del equipo de Mr. Beast y que, con total probabilidad, ese premio nunca llegue a repartirse y sólo sea un «gancho» destinado a llamar su atención.

No importa que sea verdad, importa que tu creas que es verdad. Esa es la base de la envidia y la envidia es la base del capitalismo. En Madame Bovary, el sexo y el dinero son la clave de los conflictos, pero en la mayoría de los casos es difícil distinguir si un conflicto empieza por un tema sexual o económico. En el estereotipo que defiende Madame Bovary (que sigue siendo válido hoy en día en algunos casos), el dinero lo complica todo: fomenta la inseguridad del hombre y la insatisfacción de la mujer. Emma Bovary busca en cosas materiales la solución a su insatisfacción, lo cual complica todavía más su situación económica.

Pero el sistema siempre vence

A pesar de su libertad, su empoderamiento, sus instintos, deseos, infidelidades, el sistema termina machacando a Emma Bovary. Porque el sistema está diseñado para que los privilegiados lo sigan siendo a costa del resto de nosotros. Emma cumple todas las premisas neoliberales arquetípicas: fantasea con privilegios que otros tienen, es vapuleada por el sistema y cuándo logra sobreponerse, vuelve a perderse en sus fantasías. Esa vida a la que aspira (idílica y privilegiada) nunca llegará porque el sistema no permite a las clases inferiores llegar arriba. No eres un eslabón inferior, sino el suelo que pisan. Emma no se resigna a llevar una vida acorde a su estatus social ni a su género, y terminará pagando por ello.

Pero así es como funciona el sistema, insiste en que debes aspirar a más mientras limita tus opciones, para que auto explotes. Te convence de lo maravilloso que es vivir en tal o cual ciudad, tener un coche mejor, una casa mejor, una tele mejor. La insatisfacción como forma de vida.

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